13 nov 2011

Un caso grave de iranofobia nuclear


El presidente Ahmadineyad así como el programa
nuclear de Irán es estigmatizado por la prensa
comercial. Es difícil encontrar una información
 objetiva al respecto en los medios de
comunicación occidentales.
Los países que representan un modelo de soberanía —Venezuela, Irán, Rusia, Brasil, China o Libia en un pasado reciente, por citar algunos— y de resistencia al dominio imperialista de EEUU y de sus socios europeos, países soberanos que cuentan además con enormes riquezas energéticas —minerales, gas, petróleo— están bajo la agresión constante de las potencias imperialistas, con pasado colonizador, que han visto en esas riquezas un medio de solucionar los endémicos problemas económicos a los cuales están confrontadas justamente por la locura de sus gigantescos gastos militares y de una economía especulativa controlada por una oligarquía financiera internacional que ve en el caos de una guerra una errónea opción de ganancia.

Como clímax de un frenesí de filtraciones en los medios corporativos occidentales que llevó –literalmente– a la histeria nuclear, los inspectores de las Naciones Unidas en el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) finalmente publicaron un informe que acusa esencialmente a Teherán de haber intentado diseñar el año pasado un arma nuclear que se ajuste a la ojiva de un misil.

Según el informe, Irán trabajó «en el desarrollo de un diseño propio de un arma nuclear incluidos los ensayos de sus componentes».

Aparte del esfuerzo de rediseñar y miniaturizar un arma nuclear paquistaní, también se acusa a Teherán del intento de desarrollar una operación clandestina para enriquecer uranio –el «proyecto sal verde»– que podría utilizarse para «un programa oculto de enriquecimiento».

Todo esto lleva al OIEA a expresar «serias preocupaciones» sobre la investigación y desarrollo «específicos de armas nucleares».

El informe vende la idea de que mientras el OIEA ha tratado durante años de monitorear las reservas iraníes declaradas de mineral de uranio y uranio procesado, actualmente 73,7 kilos de uranio enriquecido a un 20% en Natanz, más 4.922 kilos de uranio enriquecido a menos del 5%, Teherán ha estado tratando, en secreto, de construir un arma nuclear.



Información dudosa

El OIEA insiste en que se basa en información «creíble» -más de 1.000 páginas de documentación– de más de 10 países y basada en ocho años de «evidencia».

Pero el OIEA no tiene medios independientes para confirmar la enorme masa de información –y desinformación– de potencias mayoritariamente europeas. Mohammad ElBaradei –que fue el predecesor del japonés Yukya Amano como jefe del OIEA– lo dijo, explícitamente, muchas veces. Y siempre cuestionó lo que pasa por ser «inteligencia sobre Irán», porque sabía que se politizaba en extremo y que traspasaba los límites de rumores y especualaciones.

No es nada sorprendente que el ultraconservador periódico iraní Kayhan haya tenido motivos para preguntar si se trataba de un informe del OIEA o de un dictamen estadounidense al dócil y fácilmente presionable Amano.

No hay nada que sea siquiera remotamente un descubrimiento trascendental en el informe, imágenes satelitales y especulaciones de los «diplomáticos» presentados como «inteligencia» irrefutable. Si esto se parece a la preparación de una guerra contra Iraq, es porque es así. Esencialmente, es una regurgitación de una farsa de hace cuatro años, conocida como el «salto de la muerte».

El escenario más próximo a la realidad –incluso considerando la existencia de un programa encubierto, lo que no está demostrado- nos dice que la construcción de una ojiva nuclear sería contraproducente para Teherán.

No obstante, el Cuerpo Islámico de Guardias Revolucionarios (IRGC, por sus siglas en inglés) –a cargo de todos los programas militares de alto nivel– ciertamente puede conservar la opción de construir una ojiva nuclear con la rapidez de un relámpago, como disuasivo en caso de que estuviera absolutamente seguro de que EE.UU. invadiría, o incluso lanzaría una prolongada campaña de «conmoción y pavor». La indiscutible consecuencia real de que Irán acabe fabricando un arma nuclear es que terminaría de una vez por todas con la permanente amenaza de un ataque estadounidense. Quien tenga alguna duda, que consulte el expediente norcoreano.

El régimen de Teherán podrá ser implacable, pero no está compuesto de aficionados: construir un arma nuclear –sea en secreto o a plena vista del OIEA– y hacerla estallar, no los llevaría a ninguna parte. El régimen –que ya está embrollado en una dura y compleja batalla interior entre el Supremo Líder Ali Jamenei y la facción del presidente Mahmud Ahmadineyad– se vería totalmente aislado desde el punto de vista geopolítico.

La población iraní está mucho más preocupada por la inflación, el desempleo, la corrupción y el ansia de más participación política, como para lanzarla a una controversia nuclear global. Existe un amplio consenso positivo en Irán sobre un programa nuclear civil. Pero no existe ninguna garantía de que incluso una minoría apoyaría una «bomba islámica».

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Pepe Escobar / Pepe Escobar es periodista y autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su último libro es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Es también corresponsal para el diario Asia Times y analista político para the Real News.

Tomado: Red Voltairenet.org

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